Era un niño Andrés Simón, cuando salía a recorrer las calles de su natal Rivadavia con su papá, para vender “lo que fuera”, es que desde que nació, el concepto de la venta estuvo impreso en su familia. “Papá vendía en forma ambulante, cosas según la época del año, desde tomate para salsa a sandías y melones”, comienza el relato este hoy joven y exitoso empresario mendocino.
SIMON VA CON VOS
Estación Terminal Mendoza
Local 6 - Ala Este
San José - Guaymallén - MENDOZA
“Si bien es cierto que soy un empresario, por otro lado, esa palabra se asocia con una empresa con muchísimos empleados, nosotros solo tenemos 5 en total y los consideramos parte de nuestra familia. Sí es verdad, el proceso de producción, comercialización, la forma de comunicar y establecer el vínculo con los clientes, se ha trabajado lo más profesionalmente posible. Digamos que dimos un salto en calidad, pero lo artesanal en el sentido de la atención, de la materia prima elegida con cuidado, del trato personalizado seguirá”, resume Andrés el concepto de los Pochoclos “Simón, va con vos”.
Con la adultez llegaron otros trabajos para Andrés, desde fábricas, a compañías telefónicas, pero jamás abandonó la venta ambulante. “Los pochoclos llegaron a nuestras vidas cuando salíamos en familia a vender en las fiestas de la vendimia distritales de Rivadavia o en festivales. Descubrimos que ese olorcito absolutamente único del pochoclo era irresistible para los clientes. Entonces veíamos las filas para comprar y esta aventura nos hizo que quisiéramos salir a vender también a otros departamentos.
Pasados los años, comenzó a cursar la carrera de chef, “fue más que importante ese tiempo porque adquirí herramientas para mejorar la calidad del producto”. “Incluso nos pasó que abrimos un local de comidas y no funcionó, entonces entendía que se trataba de sumar lo aprendido a algo que ya conocía y eso era el pochoclo. Primero nos instalamos en Guaymallén, también con la venta de copos dulces que ya la traíamos, y buscando encontrarle una estabilidad económica al negocio. Toda la experiencia de caminos recorridos y los nuevos conocimientos, nos ayudaron a abrir un lugar de ventas fijo, un stand en un conocido mayorista de Mendoza, donde por excelencia el pochoclo continuó siendo el protagonista”, relata Andrés.
El rivadaviense Andrés Simón, tiene una historia de vida llena de tenacidad. Supo consolidar su negocio familiar y lo convirtió en una atractiva franquicia.
NUESTRA HISTORIA
“Internalicé desde pequeño que todo momento era una buena ocasión para vender algo, nunca olvido que, jugando de arquero en la cancha del Deportivo Rivadavia, terminaba el partido y subía corriendo a las tribunas. Por un lado, me gustaba festejar con las “Águilas Naranjas”, pero por el otro aprovechaba y vendía mandarinas, dice Andrés riendo al recordar la anécdota. Hoy su vida es muy distinta a la de aquél joven que corría tras sus potenciales clientes, dueño de una empresa que vende copos dulces y pochoclos, son una pyme tan exitosa, que ya preparan la franquicia para replicar la idea.
“El éxito de nuestro negocio tiene muchas aristas, compramos una de ellas es la materia prima, la forma de comercializar y sin dudas la atención al público, algunas de las partes proporcionalmente importantes”, destacaba Andrés.
De aquél vendedor de mandarinas en la tribuna a este empresario del pochoclo, pasaron horas sin descanso y muchísimo trabajo. “Hace poco empezamos a trabajar con la compañía de franquicias Suraci, quienes nos están ayudando en el proceso previo para convertir el negocio en franquicia. Implica una nueva concepción del emprendimiento y es estar a la altura de pasar a ese otro nivel. “La asesoría de ellos nos va guiando hacia un trabajo multidisciplinario, que no solo posibilita mejorar cualitativamente el negocio. También busca una mayor eficacia interna, se abre una posibilidad impensada para mí hace algunos años atrás”, destaca con emoción este joven empresario.
“Aún queda un gran camino por recorrer, decisiones, desafíos y crecimiento personal, pero estoy seguro que seguiremos llevando la magia del pochoclo, por muchos rincones. En definitiva, el pochoclo es volver a esa inocencia, a ese disfrute del entretenimiento, es ir a un lugar lúdico, donde gana la alegría. Y ese es el ingrediente más secreto”, concluye Andrés Simón.
PRIMERA FRANQUICIA
Un lugar fijo de ventas implicaba algunos cambios, entre ellos mantener la calidad del producto, establecer una marca, dejar fijo un horario comercial. “Decidí que “Simón” era el nombre que representaba esa herencia familiar que mi padre nos transmitió y que crecía tomando nuevos rumbos. En el medio de esta travesía, con mi compañera de vida Luciana, decimos ser padres y ahí llegó nuestro amado Lorenzo a nuestras vidas, él nos trajo ese mayor impulso para querer progresar y seguir creciendo, siempre bajo los lemas de mi padre: esfuerzo para un mejor trabajo y progreso. Algo que queremos que Lorenzo siempre se lleve también como una herencia”, relata Andrés.
Pasados algunos años, apareció esa gran oportunidad de estabilizarse definitivamente, abrieron un local de “Simón, va con vos”, en la Terminal de Ómnibus de Mendoza. Allí están hace más de cinco años y esa circulación continua de gente, les permitió que sus pochoclos se volvieran un clásico, entre la partida de una micro y otro, o cuando algún mendocino va de pasada y se quiere dar ese dulce gustito. El pochoclo no es una golosina comercial, el pochoclo es la infancia como me dijo una vez una clienta, es el cine, es estar en compañía, por eso el lema nuestro, de irnos de alguna manera acompañando a cada cliente”, comenta su dueño.
HERENCIA
POCHOCLO CROCANTE